Carta de Miriam Germán Brito al Presidente Doctor Joaquín Balaguer

Por Sin Reservas

15 de septiembre del 1993.-

Honorable Señor Presidente:

Contrariando lo que debe ser la discreción de un juez que debe limitarse a expresar su parecer mediante sentencia, me veo en la obligación de hacerle algunas precisiones con motivo de las declaraciones con que usted justificó el tratamiento al señor Fernando García Valdebenítez, juzgado en primer grado por quien suscribe. Lo hago en razón de que aunque no me sorprende el desprecio que usted exhibe por el Poder Judicial, he pretendido llevar un camino de decencia y autorrespeto por el que he tenido que pagar un alto precio.

En lo que se refiere al señor García Valdebenítez, éste no fue sorprendido en condición de flagrancia, niega los hechos en todo momento y la persona que en principio lo señaló afirmando que él había venido al país a preparar el terreno, luego se desdice tanto en la jurisdicción de instrucción como en la de juicio, niega haber afirmado tal cosa. Tengo entendido que usted como profesor lo fue de Derecho Civil, pero dada su formación, supongo que no ignora cuál es el valor de las declaraciones de un coacusado con respecto a los hechos de otro, si éstas no son avaladas por otros elementos y sobre todo, en una situación como a la que hago referencia, en que se produjo una retractación.

En la sentencia del caso que dio lugar a sus desconsideradas afirmaciones, tres personas fueron condenadas a trece años, dos a diez, cuatro a tres años y cinco fueron descargadas. Cual que sea el valor que se le quiera dar a la Constitución, lo cierto es que la presunción de inocencia tiene rango constitucional y corresponde a un funcionario público designado por usted probar fuera de toda duda los elementos que destruyan esa presunción; si no lo hace, se impone el descargo. Ahora bien, yo me pregunto y le pregunto a usted, ¿por qué ese funcionario, ese Ministerio Público, que depende de usted, no recurrió en casación esa sentencia, es que los tales vicios de ella sólo existen para justificar lo que no tiene justificación y además hacerlo a costa del nombre ajeno?

Además, si como usted dijo, ese era un hecho comprobado, por qué al momento de la reacción del gobierno de Colombia, ya una parte de esa sentencia había sido ejecutada, ¿cuál es el criterio de selectividad? La sentencia que da lugar a esta carta fue confirmada por la Corte de Apelación, de manera casi total, las motivaciones de la Corte no las conozco ni me interesan.

Ahora bien, como juez, no está entre mis aspiraciones postrarme a los pies de ningún Poder ni organismo de investigación, el que desee un juez servil, que por temor a insultos gratuitos se convierta en una simple instancia de confirmación y trámite de arbitrariedades, bien puede buscarlo en otra parte. Que nadie cuente conmigo para condenar en base a “aunque no se le encontró nada comprometedor, una fuente dice…”, tampoco para bendecir reaperturas de procesos que por carecer de motivos realmente nuevos, no son otra cosa más que una violación a aquello de que nadie puede ser juzgado dos veces  por el mismo hecho.

Sólo cuente con mi sentencia condenatoria, cuando el Ministerio Público cumpla su obligación de probar y los que investigan dejen de acomodar expedientes para después rasgarse las vestiduras. Los principios son para ser aplicados independientemente de la valoración que nos merezca el eventual beneficiario.

Al momento de juzgar, pretendo, sólo pretendo, hacerlo sin pasión, pero también sin miedo; no está entre mis deberes por un mero indicio, una simple sospecha, enviar un ciudadano a la cárcel.

Sus afirmaciones tienen un alto contenido de injusticia, no espero ni invoco rectificación de su parte, usted ha dado muestras reiteradas de que menosprecia el Poder Judicial.

Le escribo sencillamente porque teniendo hijos conocidos, quiero que les conste que su madre no tuvo formación ni temperamento para callar ante el insulto gratuito, importando poco la jerarquía de quien lo profiere, ni para dejar al incierto destino de una página en blanco la respuesta responsable.

Se despide,

Lic. Miriam Germán Brito

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